Tzimol

No sé como llegaron estas notas a mi, pero creo que de alguna forma yo las incité porque estaba pensando otra vez con nostalgia en aquel día de Chiapas. Casi a diario sorprendo a mi mente mirando las cascadas; no tengo noción ya, de cuánto tiempo ha pasado, ni de cuánto mi memoria ha transformado lo que vivimos aquel día, pero sí sé, que una experiencia así deja grabada en el alma una imagen que la mente no es capaz de empañar. Puedo declarar sinceramente que ese día ha sido el más feliz de mi vida y tú lo sabes bien porque estabas allí. La nostalgia es un dolor que nos recuerda que estamos vivos y después de todo, ¿Qué somos, sino memoria?

Recordé el momento en que llegamos a la última cascada, en cómo podíamos ver los campos de caña cubrirse de ocaso cuando el sol besaba el horizonte lejano, estábamos por encima del mundo. La brisa empapaba nuestros cuerpos y el aire llevaba nuestros brazos al pecho, las golondrinas atravesaban el torrente de agua para volver al nido como si su voluntad doblegara la gravedad. Unos metros abajo, me envolvió toda la dicha eterna contenida en un instante. Pensé inevitablemente en ti y después pensé en ti un poco más.

Esta es la última vez que menciono esta experiencia porque al nombrarla se banaliza, sólo necesitaba decirte que estos recuerdos habitan un rincón sagrado en mi corazón, muy cerca de ti.